El Gobierno Piñera ha demostrado ser amateur en manejos de crisis. Hay impericia en los imprevistos, alargan innecesariamente los conflictos y varias crisis han sido gatilladas por errores del propio gobierno. Esta incapacidad explotó este verano, con el Paro de Magallanes y el conflicto por las mentiras de la Intendenta Van Rysselberghe.
La Coalición por el Cambio no existe. No logró ningún quiebre en la DC ni cooptó a nadie relevante, y la humillación final a Ravinet se transformó en un escarmiento a cualquiera que quiera hacer algo parecido. Adolfo Zaldívar navega en un cargo internacional, mientras los diputados Araya y Sepúlveda marcan su independencia del gobierno… y parecen sentirse cada vez más incómodos en su alianza con la derecha. Chile Primero murió en el intento. Y no hay nada más alrededor.
El punto es que esa confusión entre intereses públicos y negocios privados parece no inquietar al gobierno. Simplemente no lo ven, lo que es más grave. Esa confusión se extiende a diversos funcionarios, que vienen de directorios de empresas privadas y esperan volver a los mismos, lo que inevitablemente condiciona sus comportamientos y debilita la defensa de los intereses públicos y del Estado.
La suma de cualidades técnicas y ejecutivas, la persistencia y el énfasis en la eficacia, carecen de un “alma” que haga cuajar estos rasgos en un conjunto virtuoso, que mezcle carisma con convicciones y compromiso genuino, más allá de la avidez de éxito.
La mera gestión es a-histórica y, como viene de una cultura bursátil que no hecha raíces, que está más atento a los quiebres que a los procesos, a las oportunidades que a la lenta construcción de una industria, ha dejado de lado la comprensión del sentido de la historia.
A nuestro juicio, la ausencia de un diseño estratégico del gobierno y el abandono del rol de Jefe de Estado como un constructor de acuerdos nacionales para reformas profundas y un referente ético para la sociedad, son consecuencia del carácter y estilo de Piñera. Es muy difícil un cambio en su período de gobierno.
La Coalición por el Cambio no existe. No logró ningún quiebre en la DC ni cooptó a nadie relevante, y la humillación final a Ravinet se transformó en un escarmiento a cualquiera que quiera hacer algo parecido. Adolfo Zaldívar navega en un cargo internacional, mientras los diputados Araya y Sepúlveda marcan su independencia del gobierno… y parecen sentirse cada vez más incómodos en su alianza con la derecha. Chile Primero murió en el intento. Y no hay nada más alrededor.
El punto es que esa confusión entre intereses públicos y negocios privados parece no inquietar al gobierno. Simplemente no lo ven, lo que es más grave. Esa confusión se extiende a diversos funcionarios, que vienen de directorios de empresas privadas y esperan volver a los mismos, lo que inevitablemente condiciona sus comportamientos y debilita la defensa de los intereses públicos y del Estado.
La suma de cualidades técnicas y ejecutivas, la persistencia y el énfasis en la eficacia, carecen de un “alma” que haga cuajar estos rasgos en un conjunto virtuoso, que mezcle carisma con convicciones y compromiso genuino, más allá de la avidez de éxito.
La mera gestión es a-histórica y, como viene de una cultura bursátil que no hecha raíces, que está más atento a los quiebres que a los procesos, a las oportunidades que a la lenta construcción de una industria, ha dejado de lado la comprensión del sentido de la historia.
A nuestro juicio, la ausencia de un diseño estratégico del gobierno y el abandono del rol de Jefe de Estado como un constructor de acuerdos nacionales para reformas profundas y un referente ético para la sociedad, son consecuencia del carácter y estilo de Piñera. Es muy difícil un cambio en su período de gobierno.
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