viernes, mayo 07, 2021

Desde mi rincón digital.

Al ver un sinfín de prácticas para con el poder, su tenencia y acciones encaminadas a conquistarlo o quitarlo, me queda la satisfacción de poder observarlo bien y tener un mínimo de reflexiones, para que otros me vean como un tipo que tiene algo que decir, al respecto.

De una y otra corriente se enfrentan personas en la esfera política –politofera la he llamado yo-, con el afán de estar en poder de un ejercicio de coacción y deliberación, al mismo tiempo, con sus pares iguales y opuestos.

Las convicciones son sus propias realidades y el entendimiento del pasado fijo, el presente móvil y el futuro fluctuante. Utilizando sus capacidades cognitivas y de discernimiento, utilizan las mecánicas que hay para ejercer el derecho a laborar, gestionar, parlar, debatir y votar en los ambientes creados para que estas prácticas se puedan llevar a cabo.

Con grandilocuencia se ha desarrollado la política en mi país, hasta que llegaron las personas de la renovación y un contingente, mayor, de la revolución. Siendo que, desde el retorno a la democracia, los debates y votaciones tenían sus condicionantes por la vía de la estructura y la nomenclatura. Esas condiciones parecieran ser que son insustanciales, en el presente.

En estos tiempos, 2021, el escenario de los enfrentamientos en las esferas de la política se han visto corregidos o torcidos, dependiendo aquello de la visión de uno u otro sector que busca el control del poder. En donde esa prosopopeya acostumbrada a embaucarnos, ha sido reemplazada por la hilarante y burlesca alocución que nos enrostra el vano ejercicio de la tenencia del poder.

Poderes van y poderes vienen. Se pierde, corrige o perfecciona su tenencia cuando el mismo poder es investido de control, mesura y refinamiento; sin embargo, eso no se está viendo y la esfera política es la antesala que emite una transmisión degradante, la cual ha sido reaccionaria por el decoro que antes se llevaba y mantenía una aberrante comparsa.

Es importante definir los poderes –de donde sean, emanen, manifiesten, etc.- y darles auto gestión, para que no se tuerzan a favor ni en contra de la interpretación de los detentadores del poder. El fin no es la degradación, sepultación o extinción; por el contrario, debe ser la toma de razón, el encapsulamiento, sentencias y perfeccionamiento.

El poder, en sí mismo, llevado a una condición insustancial que solo se manifiesta a la hora de la coacción, nos tendrá en un eterno debate que puede degradarse y dar paso a los ajusticiamientos inicuos; encontrados por cualquiera que busque la capacidad de obligar o someter al otro a su voluntad, individual o colectiva. Sí, esa que ahora se está dando en los debates y alocuciones, sesgados por las realidades y el entendimiento del pasado fijo, el presente móvil y el futuro fluctuante, que se manifiesta en la politosfera.

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